Al principio provocaba una mezcla entre indiferencia y ternura de parte del niño. Eso si, los adultos lo adorábamos. Quién puede no tentarse con la risa contagiosa de Elmo (sobre todo con la tercera repetición). Elmo pedía "again again" y nosotros le hacíamos cosquillas gustosos. Las primeras pilas (lleva 8!!) se gastaron en usos de los papás de Tadeo y de sus amigotes. Tadeo, bien gracias.
Cuando el gordo creció un poco, la indiferencia le fue dejando lugar al miedo. Cada vez que Elmo se reía, Tadeo se asustaba. Elmo terminó confinado a la pieza del fondo y como guardián de las cosas que no se pueden tocar.
Recién ahora Tadeo parece estar haciendo las paces con él. A veces le divierte, a veces le tiene miedo.
De cualquier manera, yo recomendaría a Elmo. Diversión garantizada, aunque sea para los padres.